El mejor de los regalos

El viento soplaba con fuerza, era de noche, el cielo les regalaba las estrellas más brillantes.

Caminaban hacia el mar, ella, siempre unos pasos detrás de Él. De repente, una estrella fugaz, cruzó el firmamento, Miró hacia atrás y Le sonrió, ella, le devolvió la sonrisa.

- esclava Mía, cierra los ojos.

ella los cerró. La miró de nuevo, avanzó los pasos que los separaban y Se puso detrás de su espalda. Pasó Sus brazos, por detrás de su cuerpo, la abrazó. Ella sintió el calor de Su cuerpo y respiró el aire fresco que acariciaba su rostro.

El volvió a sonreír, mientras hundía Su rostro en el cuello de Su esclava, ella lo sabía, a pesar de que le estaba dando la espalda, a pesar de que Él no decía nada, Era feliz, La amaba.

La giró con suavidad, puso Sus manos en las suyas y  la guió. Llevó sus dedos a Su rostro, y recorrió cada centímetro de Su piel, sin dejar de descubrir uno solo, lo iba sintiendo, Su pelo, Su barba de tres días. Olió Su perfume, escucho Su respiración , dejó sus huellas en Su piel.

-pide un deseo, esclava.

El silencio lo invadió todo, se podían escuchar los latidos de dos corazones que ya eran uno. La esclava pidió el deseo, abrió los ojos, lo miró. La ternura y el amor que vio en Ellos, la desarmaron, la cegaron y la atraparon. 

Entendió, que su deseo ya era una realidad y que, sin importar lo que sucediera, Su amor, era el mejor de los regalos.